El polaco, Blaszczykowski, a pesar del trauma siguió con su vida. |
El pequeño Jakub, que jugaba entonces en el equipo de su pueblo, el Rakow Czestochowa, dejó el fútbol y fue educado por su abuela. Pero su tío Jerzy Brezczec, excapitán de la selección polaca, lo animó a que volviera a practicar el deporte que llevaba en las entrañas. Pocos años después llegó al Wisla de Cracovia hasta que, en 2007, el Borussia Dortmund pagó tres millones por su fichaje ."Sé que ese recuerdo me va a acompañar el resto de mi vida. Daría todo lo que fuera a cambio de que mi madre estuviera viva. Lo que ocurrió dio un giro de 180 grados a mi vida", dice.Y agrega: "Fue como si una roca hubiera caído sobre mi cabeza y una semana después despertara y tuviera que volver a comenzar con mi vida y sobreponerme a todo como si nada hubiera ocurrido. Nunca entenderé lo que pasó ni la razón por la cual pasó", reconoció visiblemente emocionado en una entrevista a la televisión polaca.
ASISTIÓ AL FUNERAL
El padre de Jakub fue condenado a 15 años de cárcel. Desde su detención, Jakub Blaszczykowski no volvió a verle más, aunque asistió a su funeral el pasado mes de mayo, retrasando su incorporación a la concentración de Polonia en Austria..En Dortmund, donde le llaman cariñosamente Kuba, es un ídolo . En el pasado curso, ocupó el puesto de volante de la estrella más emergente de la Bundesliga, Mario Götze, lesionado en el pubis. Y su rendimiento fue tan notable que el entrenador, Jürgen Klopp, ya no lo considera un recambio de Götze sino un jugador a su altura.Ahora, como capitán de Polonia, Blaszczykowski puso al país de fiesta en la noche del martes. Miles de polacos salieron a celebrar el empate ante Rusia como una gran victoria. “Polonia, roja y blanca”, gritaban por las calles de Gdansk hinchas de todas las edades. ¿Por qué celebran tanto un empate? “Primero”, contestó una aficionada, “porque llegamos vivos al último partido de la primera fase y después porque el rival era Rusia".
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